jueves, 19 de diciembre de 2013

Reflexión acerca de experiencia de animación lectora


En primer lugar voy a referirme a los objetivos de la experiencia. La planificación fue realizada considerando las posibilidades de realizarla que tenía yo hoy en día. Además de eso, pensé que generalmente mis experiencias de animación se habían hecho en biblioteca, en actividades previamente planificadas o en visitas guiadas. Esta vez quise hacer algo más acercado a la realidad cotidiana, a la animación lectora que podemos trabajar con nuestros niños en la casa: hermanos, hijos, familiares. Por ello propuse trabajar con mis sobrinas a quiénes les comencé a leer hace un par de meses, luego de conversaciones con mi hermana en las que detectamos el fomento lector como una necesidad. En ese entonces también hablamos de la importancia que padres y abuelos tienen en este proceso: no todo lo puede hacer la profesora en el aula ni menos la tía que las visita cada cierto tiempo.

Esto último, considero que jugó en contra a la hora de realizar la actividad ya que no pude contar con el espacio más adecuado para “aislar” a las niñas de lo que ocurría en el resto de la casa ya que otros espacios de la misma estaban siendo ocupados por otros integrantes del grupo familiar, a veces sonaba el teléfono, la abuela estaba planchando en la misma habitación. Sin embargo, considero que lo positivo de ello, es que pese a esas variables, logramos una actividad grata y una participación activa de las niñas en la actividad y los mencionados son factores que efectivamente pueden ocurrir en un ambiente cotidiano por lo que no han de ser excusa para evitar o favorecer actividades de fomento lector. Sin embargo, de todos modos considero que es importante poco a poco ir acondicionando el espacio para hacerlo especial y diferente.

Creo que también me ayudó mucho conocer a las niñas con las que realicé la actividad ya que la llegada con ellas es fácil debido a nuestra relación cercana y a que esta es una actividad que ya habíamos realizado antes. Po otro lado, es importante destacar que el libro tuvo una buena acogida por lo que no hay que quitarle el mérito al autor. También podría mencionar que me fue fácil llevar a cabo el plan que tenía para realizar la actividad puesto que tenía estructuradas algunas preguntas y que el conocer el texto también me ayudó para hacer énfasis en las tonalidades o dar los tiempos adecuados a la observación de las imágenes.

Es importante destacar, de igual modo, que si bien una planificación es fundamental a la hora de realiza una actividad como esta ya que facilita la llegada a los objetivos que se buscan; también es importante adquirir con la práctica la destreza de potenciar los propios descubrimientos de los niños y desechar las ideas preconcebidas que no tienen cabida en la realización de la actividad ya que no debemos olvidar la importancia de abrirnos a los significados que los oyentes encuentran en las narraciones por sobre la consecución  de objetivos ajenos a ellos. Esto considerando que buscamos que ellos tengan experiencias gratas en torno a la lectura y no que se aprendan los cuentos de memoria ni comprendan lo mismo que nosotros.

Finalmente me gustaría mencionar que al principio le tenía un poco de temor al resultado de esta actividad ya que he visto cuentacuentos realmente experimentados que logran captar la atención de grandes y chicos solamente con su voz y algunas veces con algunos accesorios sutilmente escogidos para complementar la actividad. Sin embargo, me considero satisfecha pues las niñas no solo respondieron a las preguntas sino que también participaron de la narración, se fijaron en las imágenes, hicieron sus propias interpretaciones de la historia y los personajes y todo ello permite ver el cumplimiento de los objetivos planteados en la planificación de la actividad.


jueves, 31 de octubre de 2013

Experiencias de lectura





La mediación lectora requiere, en primer lugar, el gusto por los libros de parte de quién dirige las actividades. En este caso expondré algunos libros que si bien no he tenido la experiencia de leerlos en actividades de animación lectora, considero apropiados para ello pues, me agradan, y además me parecen muy interesantes de trabajar sobre todo en grupos de niños y jóvenes.


"Millones de gatos" 
Wanda Gág. 
Libros del Zorro Rojo, 2011

Este es un libro que llama la atención por la fuerza de los colores puros que tiene su tapa, colores que en primera instancia esperé encontrar dentro del texto. Para mi sorpresa, lo que descubrí fue una historia con matices clásicos y que deja entrever su data (1928) a través de un comienzo usual (“Había una vez…”) y un uso más bien tradicional de la ilustración que acompaña la lectura del texto. Después de leer el libro completo, considero que el uso del blanco y negro interior es adecuado pensando en la simpleza con que todo está trabajado en el libro. Texto e imagen están a un mismo nivel de entrega de información. El texto aporta sonoridad, ritmo, poesía; la imagen entrega detalles visuales que si bien son mencionados por las palabras, son ricos en texturas y formas, además de desatacar el uso de la técnica del grabado para aumentar el efecto rítmico de la palabra. La autora hace un uso del espacio que apoya y fortalece el ritmo de la narración, empleando maravillosas doble-páginas que recorren el espacio tal cual lo hace el protagonista y sus gatos a lo largo de la historia.
El autor busca entregar un mensaje valórico al espectador, lo que hace a través de toques de humor y de manera sutil, a través de hechos concretos que son narrados en el cuento. Es un libro muy adecuado para ser leído en voz alta, sobre todo a niños pequeños que fácilmente son atraídos a través de la reiteración de frases con las que ellos mismos pueden ser partícipes de la narración. Me gustó mucho pues considero que no es un libro ambicioso, sino simple en toda su amplitud, perfecto para pequeños desde 5 años aproximadamente. Da la posibilidad de indagar en temáticas complejas como la ambición, la belleza, la compañía, sin plantearlo de manera violenta, agresiva, ni menos invasiva, sino a través del humor y la simpática idea de verse rodeado de “cientos de gatos, miles de gatos, millones y billones y trillones de gatos”

El corazón y la botella, 
Oliver Jeffers. 
FCE, 2010

Este fue uno de los primeros libro álbum que conocí hace un par de años, sin saber eso de la doble codificación. Mi primera impresión, en ese momento, fue que el libro se trataba de una mujer que cuando pequeña había sufrido por algo y encarceló su corazón en la botella para que no le volviera a suceder, hasta que cuando quiso volver a usarlo le costó un poco y tuvo que recibir ayuda para finalmente sacarlo.
Grande fue mi impresión cuando descubrí que la herencia cultural literaria me estaba jugando una mala pasada ya que, por la costumbre textual que arrastraba hasta entonces, había obviado detalles que las imágenes entregaban y que me permitían darle un sentido nuevo al libro. Había un personaje que no identifiqué pues no puse suficiente atención a lo visual en el primer momento y que permitía entender por qué la protagonista había decidido cuidarse del dolor, ¿de qué dolor? De la pérdida de quién le heredó la curiosidad por el mundo. Me gustó aún más cuando descubrí los secretos que en un principio había ignorado.
El autor nos propone un viaje a lo más íntimo del dolor de la protagonista que pierde aquella figura que la invitaba a soñar, a través de los ojos de una niña con la que comienza la narración, para terminar en los ojos de otra niña –o tal vez la misma- con la que termina la historia. Nos invita a ser curiosos como ella y recorrer hasta el último rincón de la hoja para conocer en detalle a los personajes y sus mundos internos.

"El árbol rojo"
Shaun Tan. 
Barbara Fiore Editora, 2010

La primera impresión que el libro me dejó fue destacar el nivel de expresividad que el autor deja escapar en cada una de sus ilustraciones. El libro me gustó muchísimo porque logra muchas cosas. En primer lugar logra conmover a través de ilustraciones que engrandecen los significados de las palabras hasta el punto de conmovernos. Estoy segura que por lo menos una de las imágenes te hará pensar en aquel momento en que no tienes esperanzas, esperas y esperas… las imágenes no solo están bien hechas en cuanto a lo técnico, sino también en cuanto al logro editorial: en relación a tamaños, ubicación, colores, impresión, todo. Y su relación con el texto es magistral: ilustran el alma de un personaje que se encuentra agobiada, oscura y nostálgica como los colores y los monstruos que aparecen al recorrer las hojas.
El autor nos da esperanza en la vida, las usadas expresiones “después de la tormenta viene la calma” o “no hay mal que dure cien años” desaparecen ante esta exquisita oportunidad de reinvención de la esperanza que Tan nos regala a través de este conmovedor libro en el que el color se emplea de manera inteligente, intnesa, expresiva.

“Axolotl"
Julio Cortázar. En Final del Juego
Alfaguara, 2007.

 ¿Cómo es ese extraño animal? Tal como lo describe el personaje: increíble, a lo menos curioso, un  poco mágico y por cierto, digno de un cuento como este. “Axolotl” es un cuento que me gustó mucho, en primer lugar, por darme la posibilidad de conocer este extraño bicho  que me causó tanta curiosidad como creo, debe haberle causado al escritor para llegar a una historia como esta. Luego, es imposible no hablar de aquella magia con la cual el escritor nos hace transformarnos a cada uno de nosotros –o ellos- desde ser espectadores a ser los observados – o al revés.
Cortázar tiene la destreza de cambiarnos de sitio (“La señorita Cora”, “La continuidad de los parques”) cada vez que lo considera necesario. Lo bueno de ello es que pese a no ser su único intento, esta vez lo logra desde un juego en el que nos sitúa en una vitrina que sin darnos cuenta, gira, se transforma en espejo, cambiando el rol del protagonista de manera sutil para llegar finalmente a transformarlo completamente, al mismo tiempo que nos mueve a nosotros, lectores.
El texto me deja una sensación de identificación, nos permite conocer a un personaje si bien no se describe en el texto, se reconoce de tal manera en estos extraños,  pensativos e infelices animales casi humanos, levemente humanos, delicadamente vegetales que los descubre dentro de sí mismo, en sí mismo, es uno de ellos.
En razón de esta temática con tintes de identidad, de crítica, de búsqueda, considero que es un texto adecuado para ser abordado en la adolescencia, desde los quince años aproximadamente. Si bien su estructura narrativa presenta un grado de complejidad, puede ser uno de aquellos desafíos literarios que Trelease nos invita a hacer con los estudiantes a quiénes no debemos subestimar.

Bibliografía
Cortázar, Julio. “Axolotl”  En Final del Juego. Alfaguara 2007
Gág, Wanda. “Millones de gatos”  Libros del Zorro Rojo, 2011.
Jeffers , Oliver. “El corazón y la botella”  FCE, 2010
Tan, Shaun. “El árbol rojo” Bárbara Fiore Editora, 2010.
Trealease, Jim “Manual de la lectura en voz alta” Fundalectura, 2004

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Reflexiones acerca de la censura en la Literatura Infantil

Históricamente las diversas manifestaciones de arte se han visto influenciadas por la censura que ha significado, en primer lugar, la prohibición de que éstas se hagan públicas, seguidas de la expectación que produce lo prohibido.

Revisando el concepto en los términos propuestos por los contenidos del Diplomado en Fomento a la Lectura y Literatura Infantil y Juvenil de la PUC (2013), donde se establece que la censura obedece a la “postergación o anulación del criterio literario en pro de otras consideraciones: políticas, religiosas, ideológicas en general” (Ow, 2013), podemos inferir que la ésta se traduce en una puesta en marcha de los recursos necesarios y disponibles para que una determinada obra literaria no sea publicada o leída por la comunidad. Pero ¿quién censura? ¿El estado, la editorial, la escuela, los padres, la librería, los profesores? Para responder estas preguntas es interesante considerar que quienes establecen los parámetros para seleccionar uno u otro texto que será puesto en manos de los niños, indiscutiblemente actúan bajo parámetros que tienen que ver con la ideología, y ésta se ve influenciada por los conocimientos literarios y criterios establecidos como límites o bases bajo las cuales un texto es o no considerado bueno o positivo para un niño.

Por otro lado, es importante recordar que, como se mencionó, los criterios de selección han de ser literarios por sobre cualquier otro, ya que si no, hablamos de censura. El Estado sugiere textos a través del MINEDUC, para ser leídos en determinados momentos de la formación de los niños. Las editoriales seleccionan unos libros y descartan otros en razón de sus posibilidades de comercialización o su riqueza literaria. La escuela establece y adquiere listas de libros que han de ponerse a disposición de las bibliotecas escolares, delimitando las opciones y dejando fuera muchos libros. Los padres, si es que desarrollan un papel activo en la relación de los niños con la lectura, escogen leerles/mostrarles/comprarles unos u otros. Muchas veces, estás decisiones responden a razones que escapan a lo literario: costos, gustos, espacio, tiempo, cercanía, etc. Razones que tienen por resultado una determinada selección de libros que pone énfasis en la relación de los niños con unos libros y no con otros. Me parece interesante preguntarnos entonces ¿hay una inevitable censura en la literatura que los niños de hoy tienen a su disposición?

Ahora, reflexionemos acerca de la efectividad de la censura. Por ejemplo, revisemos la lista de los libros más censurados de la historia, y comparémosla con la de los más leídos de la historia. Nos encontramos con varias coincidencias. Pensemos que no necesariamente la censura y la lectura ocurrieron en la misma época, lugar geográfico, etc. Sin embargo, no deja de sorprender que las diversas luchas ideológicas que han determinado o abogado por la censura de ciertas temáticas se cruza con las luchas que buscan masificar otras. Surgen interrogantes como ¿Se puede realmente imposibilitar el acceso a la información, sobre todo en una sociedad como la de hoy? En mi opinión, no se puede imposibilitar pero si dificultar, y mucho. ¿Es solo acceso a la información aquello que se dificulta con la censura literaria? Claramente no, ya que en el mismo módulo hemos establecido la literatura como una forma de expresión artística que cuenta con sus propias características, autonomía y riqueza interna que se nutre de los diversos aportes en significado que el lector pueda realizar. Entonces, mediante la censura en la literatura infantil, ¿estaremos influyendo negativamente en la amplitud de formas de representación del mundo a las cuáles los niños tienen acceso?

¿Existe la censura en la literatura infantil? Sí, porque hay diversos factores a veces incluso subjetivos que limitan la selección que se realiza de un texto u otro en los diversos niveles seleccionados. Existe, como decíamos por razones ideológicas, políticas, económicas; y en variadas formas: como la solicitud de apoderados a organismos competentes de quitar ciertos libros de las bibliotecas escolares, el veto a ciertos libros en las sugerencias de los distintos organismos estatales, las líneas ideológicas o comerciales para decidir las diversas publicaciones de diversas editoriales, la negativa o incompetencia de padres, apoderados y/o mediadores para abordar ciertos temas propuestos por los libros para niños, entre otras.

Para ejemplificar lo anterior se mencionan a continuación algunos ejemplos de libros infantiles que han sido censurados en la historia:



  • “La cocina de la noche” de Maurice Sendak fue retirado en 1994 una biblioteca en Estados Unidos porque ilustra al protagonista sin ropa. (Cruz, 2005 en http://revistababar.com)
  • “La Brujas” de Rohal Dahl fue censurado porque se consideró prácticamente un manual de hechicería y satanismo (íbidem)
  • “Alicia en el país de las Maravillas” de Lewis Caroll fue prohibido en China por igualar a los animales con seres humanos. (Torrent, 2013 en http://www.unitedexplanations.org)
  • “Paula tiene dos mamás” de Leslea Newman y Mabel Piérola fue prohibido en Estados Unidos por abordar la temática de maternidad en una pareja homosexual. (2012 en www.dondevidenloslibros.blogspot.com)
Ahora, pongamos atención en la importancia de la osmosis entre la literatura canónica en el centro y las alternativas en la periferia (Ow, 2013) como un factor a abordar en la selección y mediación literaria. Impedir el acercamiento de un niño a determinados temas, en ningún caso es suficiente para que él no se enfrente, de una u otra manera, a él. La labor entonces no es esconder o trabar las posibilidades de que ese encuentro suceda, sino que es adquirir las herramientas necesarias para que tal encuentro no sea traumático o agresivo, que de origen a respuestas y no a miedos.


Nota: ya que estamos hablando de censura y de libros, paso el dato de una interesante exposición recientemente inaugurada en Santiago, en la Biblioteca Nicanor Parra de la UDP, llamada “Biblioteca recuperada”. Si bien no hablamos solo de literatura infantil, la muestra exhibe cerca de 800 ejemplares de libros que en la dictadura militar fueron perseguidos, quemados o escondidos. Más info acá.

Biografía:

  • Cruz, Pablo “Caza de Brujas: la censura en la literatura infantil”, 2005, en http://revistababar.com/wp/caza-de-brujas-la-censura-en-la-literatura-infantil/
  • Hanán Díaz, Fanuel. “¿Cómo elegir un buen Libro para niños? Algunas recomendaciones útiles”. Venezuela. Banco del libro de Venezuela. 1998.
  • Ow, Maili. “Módulo 2: Literatura Infantil. Selección de textos literarios infantiles”. Diplomado en Fomento de la Lectura y Literatura Juvenil. Pontifica Universidad Católica de Chile. 2013.
  • Torrent, Luis “30 libros de referencia que han sido prohibidos por la censura”, 2013, en http://www.unitedexplanations.org/2013/04/23/30-libros-de-referencia-que-a-dia-de-hoy-son-censurados/
  • http://www.dondevivenloslibros.com/2012/10/paula-tiene-dos-mamas.html, 2012

domingo, 11 de agosto de 2013

Literatura Infantil: una puerta de entrada

Ilustración de Oliver Jeffers. "Perdido y encontrado" (2006) F.C.E.

Sin duda no es fácil llegar a una definición exacta de este “tipo” de literatura. Coincido con Liliana Bodoc (2010) en establecer como necesario distinguirla de “la otra literatura” como punto de partida para responder a esa pegunta; preguntarnos entonces ¿qué tiene la infantil que no tenga el resto de la literatura? Básicamente: estar dirigida a un público infantil.
También me he de tomar de las palabras de la misma autora pues, estoy de acuerdo con aquella visión que entiende la Literatura como un arte cuya propia forma de expresar, el lenguaje como problemática, no puede estar en desentendimiento con el contenido, sino que debe manifestar “una alianza plena sin la cual el hecho literario desaparece” (p.40). Además, la autora alude a un deber de la literatura el ejercicio de la emoción, imaginación, intuición y las capacidades de perdonar y de soñar.
Sin embargo, esta visión se contrapone con la tradición que la literatura ha venido arrastrando desde sus orígenes y la que algunos autores, todavía predican. Es la visión en la que predomina el modo formativo. Se incluyen y valoran textos en los cuales se muestra al niño el “deber ser” a partir de ejemplos que se espera moldeen su personalidad y su actuar. No obstante, hablamos de una tradición que, en los últimos 50 años ha tenido un vuelco sustancial.
Los grandes cambios que ha experimentado la LI se deben a una evolución natural de la sociedad a través de la introducción de nuevas tecnologías, de nuevas temáticas; pero también se deben a que la literatura ha respondido a estos cambios incorporando nuevos elementos como prioridad y abandonando otros, como la visión formativa e impositiva que se abre a incorporar una visión estética y de goce.
En este escenario, el niño cobra un distinto rol. Si antes recibía y procesaba la información que los adultos le querían entregar; hoy además es, como dice  Gemma Lluch, objeto de interés editorial y comercial, pues se ha transformado en un exigente catador de literatura. Esto ha requerido que la literatura infantil se nutra del mundo del niño, incorporando sus necesidades y conocimientos como contexto para hacer literatura.
Pero ¿cómo llega el niño a un libro si no a través de un adulto? Directa o indirectamente, los adultos estamos relacionados con la llegada del libro a sus manos, ya que es un editor –adulto- quien acepta la propuesta de un autor –adulto- y publican un libro que será comprado por un padre –adulto- y/o recomendado por un mediador –adulto- para finalmente producirse el encuentro del libro que pese a pasar por todas esas adultas manos, debe relacionarse con el niño de la manera más espontánea posible.
La literatura infantil, como se mencionó en la entrada anterior, es un paso fundamental en el camino del fomento a la lectura, pues es este el momento en el que se instaurarán las bases de la relación del niño con el acto de leer, por lo que debe ser una herramienta de fomento en sí misma, pero a través del diálogo con los niños, de establecer una comunicación en la que el niño reconozca, imagine, disfrute cada uno de los elementos presentes en ella.
Pero ¿sólo a partir de buenos libros se ha de llegar a un futuro adulto que disfrute de la literatura? Podemos evidenciar que en Chile se tiene una histórica y fructífera producción literaria gracias a los estudios de Manuel Peña Muñoz (2009), sin embargo, también sabemos que en Chile la comprensión lectora es un tema pendiente, también el consumo de literatura es bajo y ya bastante hemos escuchado acerca de lo poco común del uso de bibliotecas públicas pese a los bajos costos que ello tiene. Si bien esta tendencia se ha ido revirtiendo en los últimos años gracias a la labor de diversos organismos como el programa “Lee Chile lee” y el trabajo de fundaciones como “Había una vez”, “Lectura viva” entre otras, aún es necesario formar mediadores que sean capaces de cumplir la labor de acercar la literatura a los niños. Un mediador debe no solo gustar de la literatura, sino también contar con herramientas concretas que permitan establecer el diálogo entre los niños y los libros, ya sea recomendándolos directamente a niños, padres o docentes, y desarrollando habilidades de animación lectora, posibilitando así un proceso de retroalimentación en el que el niño  no solo lee, sino que analiza, disfruta, critica lo leído, y por qué no, se anima a escribir también.
De este modo la literatura infantil se concibe como una puerta de entrada, a partir de las posibilidades que, como arte, tiene en el desarrollo de los niños. 
Ilustración de Rebecca Dautremer para la película "Kerity, la casa de los cuentos", versión cinematográfica del libro "Nat y el secreto de Eleonora" (2010) Edelvives.

lunes, 5 de agosto de 2013

¿Qué es la literatura infantil?

Para responder esta pregunta comencemos pensando en la literatura como un arte, un modo de expresión y comunicación de visiones de mundo y que tanto su producción como su apreciación facilitan el encuentro con diversas capacidades, por ejemplo: la imaginación.
Pero ¿qué es aquello que la hace “infantil”? Claro, debe estar dirigida a niños. Pero ¿cómo es la literatura orientada a lectores no adultos? Recordemos aquellas experiencias iniciales con la literatura cuando éramos niños.


Si pensamos en las primeras expresiones literarias con las cuales nos relacionamos, debiéramos incluir adivinanzas, poesía e incluso ciertas expresiones teatrales a las que nos enfrentamos tal vez mucho antes que a los libros en los que luego encontramos estas expresiones y también muchas otras.  En mi caso fueron una serie de plantillas para pintar con palabras que describían esas imágenes, los primeros “libros” que tuve entre mis manos. Los clásicos cuentos de hadas leídos por mi madre vinieron a presentarme la narración propiamente tal. Más tarde, solo recuerdo hasta los nueve años más o menos la lectura de “El principito”, “Papelucho”, “Ami, el niño de las estrellas”, narraciones acerca de las diversas experiencias de ciertos niños con los cuales podía identificarse cualquiera. Presentaban un personaje que vivía experiencias extraordinarias, llenas de magia. O bien, historias cotidianas, que nos pasaban a todos pero vividas como grandes aventuras. No recuerdo si llegué a ellos a través de la literatura complementaria del colegio o fueron herencia de mi hermana. Pero sí recuerdo que me gustaba mucho leer, incluso me hace sentido esa idea de la literatura como refugio, en medio de una infancia en la que por las tardes mi hermana estaba en el colegio y mis padres trabajando, los libros se transformaron en una fuente de aventuras imaginarias. Sin embargo, si bien mi familia alimentaba mi curiosidad por la lectura, su apoyo estaba solo en comprar los libros que salían cada semana con el diario. En la escuela me hacían leer un libro cada cierto tiempo y los recuerdos de ello tienen que ver, la mayoría de las veces, con leer apurada para alcanzar a terminar antes de la prueba y olvidarlo todo después.


Durante mi experiencia laboral en una biblioteca pública, he podido observar que mi relación con la literatura no dista mucho de la del común de los niños que visitan mi lugar de trabajo. También he podido observar una gran cantidad de ejemplares pertenecientes a esa esto que llamamos “literatura infantil”. Algunos de ellos son escritos con fines “formativos”: buscan transmitir valores y formas de vida a través de narraciones ejemplificadoras ("¿Vale la pena mentir?" N. Milicic, LOM). Otros, tienen fines “divulgativos”: quieren entregar cierta información a los niños (“Los Delfines Del Sur Del Mundo”, M. Recabarren, Amanuta). Y otros, son libros que buscan simplemente la entretención de los niños (“Vida de perros”, Isol, F.C.E.). Por otro lado, podemos referirnos también al formato. Existen libros blandos y con texturas, libros para quienes no saben leer, que buscan que el pequeño reconozca el mundo que experimenta a través de sus sentidos, en un libro. La diversidad en los libros infantiles es una constante que se agradece y va en aumento.
La literatura infantil aborda al niño desde el conocimiento del mismo, es decir, maneja un lenguaje y un entorno familiar. Puede dirigirse a los intereses del niño o ser una herramienta para transmitirle lo que el adulto espera de él. Podría concluir que la literatura infantil es una forma de comunicación con los niños que puede tener diversos objetivos, pero que debe estar hecha considerando su edad, lenguaje, experiencia con el mundo, intereses, preguntas, respuestas, su desarrollo psicomotriz, etc. También es importante mencionar que, de acuerdo al concepto que hoy se tiene del niño, la relación que éste establezca con la literatura en sus primeros años será determinante en la que se establezca cuando joven y adulto, por lo que la literatura infantil debe orientarse a una búsqueda por atraer la atención del niño, entregándole no solo buenas historias, sino que libros de calidad tanto en lo narrativo como en lo objetual. En ese sentido es importante mencionar el valor del libro-álbum que, en un mundo en que lo visual predomina, ha sabido situar la lectura como una actividad interesante y cercana a los niños a través de un inteligente diálogo ente lo visual y lo textual, no solo por la gran calidad de las ilustraciones sino también porque en un mundo en que los niños están sobre estimulados no basta con contarles una buena historia y llamar su atención con ciertos dibujos, sino que es necesario acercarse a ellos de nuevas maneras y ésta parece ser una buena forma.